Carretera
Son las 6 de la mañana y voy caminando por la panamericana norte, la niebla es algo densa , tengo la sonrisa en mis labios después de haber peleado ya hace días en casa, vale la pena dejarlos atrás, tengo frío pero prefiero el dolor de la soledad a seguir siendo castrado, no se como será estar en la ciudad, Jasmín me esta esperando allá, me lo dijo despues de llamarla hace dias, no se aun como pagaré esa habitación y si aún seguiré teniéndole miedo a la noche...
Tengo 18 años, pero siento que he vivido tanto, no se si esto es común a todos los que tienen mi edad, pero mi universo se abalanza enorme sobre mi, no se si soportaré lo que viene, no se que hay mas allá, Jasmín me promete que llenaremos la habitación de pinturas, ella tocará la guitarra y tratare de plasmar lo que ella canta y lo que sueña. Me dice que a los treinta se da cuenta de los tesoros de tener 18, mas solo se de alergias y rechazos, en una casa que dejo por no ser comprendido. Tal vez mis padres sí me aman como lo dijeron tantas veces, pero nunca entendí esa forma de amor.
Pasa media hora de hacer señales para que alguien me lleve cuando me veo arriba de un camión que transporta pescado, empiezo a cerrar los ojos sintiendo el especial aroma de la libertad, quiero llegar donde Jasmín y amarla como ella siempre adora, tengo mucho frío.
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¿Por qué estoy llorando?
Comentarios
besos morocho
besos
Un saludo
Me tomó años, terapia, ayudas, amor, lágrimas y hasta sangre, darme cuenta de que la vida es bella, de que siempre las puertas de la casa de mis viejos (donde no vivo desde hace ya varios años) van a estar abiertas para mí, igual que sus corazones.
La rebeldía adolescente o inmadura nos toca a todos en algún momento, pero siempre termina brindando algún activo en el balance de nuestras vidas...
Madurar tiene más que ver con lo que hemos vivido que con los años que vivimos...
Se te extraña por estos lados... y estas puertas siempre las tenés abiertas.
Un abrazo de oso, como siempre.
Me tomó años, terapia, ayudas, amor, lágrimas y hasta sangre, darme cuenta de que la vida es bella, de que siempre las puertas de la casa de mis viejos (donde no vivo desde hace ya varios años) van a estar abiertas para mí, igual que sus corazones.
La rebeldía adolescente o inmadura nos toca a todos en algún momento, pero siempre termina brindando algún activo en el balance de nuestras vidas...
Madurar tiene más que ver con lo que hemos vivido que con los años que vivimos...
Se te extraña por estos lados... y estas puertas siempre las tenés abiertas.
Un abrazo de oso, como siempre.
30 y 18, tan lejanos y al mismo tiempo tan cercanos. Toda acción genera una reacción, esperemos que le vaya bien. Que la ame de día y de noche...que se forme y se de cuenta de que la felicidad es un montón de pequeñas cosas y que a veces no nos damos cuenta de que las tenemos más cerca de lo que pensabamos.
Un beso y en verdad Víctor. Gracias por continuar escribiendo